Ya en 1990, necesidad de un lugar más amplio para trabajar con las vigas, se hizo cada vez más clara. Bastó que un día Wolfgang Lein llegara a la empresa por un camino distinto al habitual, para notar que un terreno muy cercano a las instalaciones estaba en venta. Pertenecía al Molino Geredia y las condiciones comerciales se ajustaban perfecto a las expectativas del empresario, quien tres años después, cortaba la cinta que dio por inauguradas las oficinas y galpones ubicados en calle Santa Adela en Maipú y que hoy albergan a los trabajadores de Emaresa.